La red clandestina que lucraba con los recitales en Vélez
Un grupo organizado aprovechaba un acuerdo vigente entre el hipermercado Carrefour de Liniers —ubicado frente al estadio de Vélez— y una firma de estacionamiento privado que disponía de 300 cocheras durante eventos masivos, para montar un negocio paralelo. No se dedicaban a pedir dinero por “cuidar autos” en la calle: ofrecían un supuesto servicio “premium”, con vehículos guardados bajo techo, seguros y muy cerca del José Amalfitani. La tarifa rondaba los 40.000 pesos por vehículo durante cada espectáculo. Todo, claro, al margen de la ley.
Durante el recital de Shakira de anoche, la Policía de la Ciudad desarmó esta red de “trapitos VIP”. La maniobra involucraba a trabajadores desleales del supermercado y de la empresa de estacionamiento, a integrantes de la barra brava de Vélez, a un representante gremial y hasta a un agente del Servicio Penitenciario Federal que suele ubicarse en el paraavalanchas del estadio.
De acuerdo con lo informado oficialmente, la División Contravenciones y Faltas detuvo a ocho hombres y una mujer en el marco del operativo de seguridad del show. Todos quedaron imputados en una causa por asociación ilícita y estafas. Además, el Ministerio de Seguridad porteño les aplicó una sanción administrativa: dos años de prohibición de ingreso a estadios en virtud del derecho de admisión.
La red cobraba entre 30.000 y 40.000 pesos por permitir estacionar en las cocheras del Carrefour, a unos cien metros del estadio, sin pasar por el sistema habilitado. Repitieron esta operatoria en los últimos conciertos realizados en Vélez. En la noche del martes, los investigadores lograron observar de manera directa cómo funcionaba el mecanismo y quiénes participaban.
En un primer momento, los agentes demoraron a uno de los “trapitos” que trabajaba sobre la vía pública. Lo trasladaron al puesto montado por la Superintendencia de Investigaciones. Allí, mientras intentaba defenderse alegando que él pertenecía a la barra y no cobraba por cuidar autos, terminó revelando involuntariamente la trama del delito. Según dijo, su rol era derivar a los conductores hacia el hipermercado ubicado en Juan B. Justo y Álvarez Jonte. Para acceder, mostraban un papel con la palabra “sindicato”, que funcionaba como contraseña.
Aunque los shows se realizan fuera del horario comercial del supermercado, la estafa se apoyaba en el convenio entre Carrefour y Seeker Parking, empresa que alquila las 300 cocheras para recitales. Los clientes legítimos adquieren esas plazas por la web y reciben un código QR que les permite ingresar al estacionamiento subterráneo. Sin embargo, los detectives constataron que a quienes presentaban el papelito con la contraseña se les permitía entrar igual.
El procedimiento era el siguiente: los automovilistas enviados desde la calle entregaban el papel a dos empleados de Seeker encargados de verificar los QR. Estos los dejaban pasar hacia el subsuelo, donde los esperaban el responsable de Seeker Parking y el jefe de seguridad del sector, ambos vinculados a la maniobra. Allí les indicaban dónde estacionar.
El cobro estaba a cargo de un agente del SPF y miembro de “La Pandilla”, la barra de Vélez, quien les exigía el monto pactado. Junto a él colaboraban otros dos empleados de Carrefour que, pese a no estar en horario laboral, ayudaban a distribuir los vehículos siguiendo sus instrucciones.
Tras la intervención del fiscal Sebastián Alberto Corral Galvano, de la Unidad de Flagrancia Oeste, se ordenó detener a los implicados y secuestrar sus teléfonos. También se incautaron cerca de 100.000 pesos y la credencial del Servicio Penitenciario del cobrador.
Durante las detenciones surgió un dato adicional. Uno de los apresados señaló: “El que maneja todo es José”, en referencia al delegado del Sindicato de Comercio. La policía logró atraparlo gracias a una coincidencia inesperada: el gremialista llamó repetidas veces a sus colaboradores, pero nadie respondía porque sus celulares estaban ya en manos de los agentes. Alarmado, bajó al estacionamiento para averiguar qué ocurría. Y allí mismo quedó detenido.
