15 agosto, 2025

Vivir Sin Caer en la Pobreza en CABA: Una Familia Tipo Necesita Más de 1,2 Millones de Pesos al Mes

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En un contexto económico cada vez más desafiante, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires continúa reflejando con crudeza los efectos de la inflación en los ingresos de los hogares. Según los últimos datos difundidos por la Dirección General de Estadísticas y Censos porteña, correspondientes al mes de agosto de 2024, una familia tipo compuesta por dos personas adultas y dos menores necesitó ingresos superiores a 1.201.455 pesos mensuales para no ser considerada pobre.

Este monto corresponde a la Canasta Básica Total (CBT), que incluye los bienes y servicios indispensables para garantizar una vida digna: alimentos, vestimenta, transporte, salud, educación, servicios públicos, entre otros. Por debajo de ese umbral, los hogares quedan clasificados como en situación de pobreza.

Sin embargo, la situación es aún más crítica para aquellos que no logran cubrir la Canasta Básica Alimentaria (CBA), la cual contempla únicamente los alimentos esenciales para una nutrición adecuada. En agosto, ese mínimo requerido fue de 536.492 pesos mensuales, por lo que cualquier familia que no alcance ese nivel de ingresos cae automáticamente bajo la línea de indigencia.

Incrementos sostenidos en todas las líneas de ingreso

De acuerdo con el informe oficial, en comparación con el mes anterior, los umbrales de ingresos para definir las diferentes condiciones socioeconómicas continuaron en ascenso. La línea de indigencia aumentó un 2,85% mensual, mientras que la línea de pobreza registró un alza del 3,91%. Por su parte, el mínimo para ser considerado clase media subió un 3,56% respecto a julio.

Estos porcentajes, si bien moderados frente a picos inflacionarios de meses anteriores, confirman una tendencia sostenida de deterioro del poder adquisitivo, que empuja a un número creciente de familias por debajo de los niveles que definen la pobreza o incluso la indigencia.

Clase media en la Ciudad: ¿cuánto se necesita para formar parte?

En el caso de las familias consideradas de clase media, el rango de ingresos mensuales necesarios para entrar dentro de esta categoría socioeconómica se ubicó, en agosto, entre 1.505.717 y 4.817.307 pesos. Esta franja representa un importante crecimiento respecto a los valores registrados a fines del año pasado.

Según los criterios utilizados por el organismo estadístico de la Ciudad, una familia es considerada de clase media si logra cubrir de manera sostenida los gastos incluidos en la CBT, accede a bienes y servicios que van más allá de la subsistencia, como educación privada, salidas culturales o vacaciones, y tiene un margen de ahorro o inversión. No obstante, este umbral resulta cada vez más inalcanzable para una porción creciente de la población.

Evolución anual: aumentos que duplican los ingresos

Si se comparan los valores actuales con los registrados en diciembre de 2023, el panorama resulta aún más preocupante. En apenas ocho meses, la línea de indigencia se incrementó un 84,74%, la línea de pobreza creció un 95,28% y el piso de ingresos para pertenecer a la clase media aumentó un impactante 101,51%.

Estos números evidencian que, más allá de las variaciones mensuales, los efectos acumulativos de la inflación golpean de manera profunda a los hogares porteños. El deterioro del salario real y el aumento de precios en bienes esenciales —especialmente alimentos y servicios— hacen que muchos sectores sociales experimenten un descenso en su calidad de vida y deban recortar consumos básicos.

Un reflejo local de una crisis nacional

Si bien este informe se limita a la situación en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se inscribe en un contexto más amplio de dificultades económicas a nivel nacional. Según relevamientos del INDEC y de consultoras privadas, el crecimiento de la pobreza en el primer semestre de 2024 fue generalizado, alcanzando cifras alarmantes en muchos puntos del país.

En ciudades del conurbano bonaerense, por ejemplo, los valores de las canastas básicas suelen ser ligeramente más bajos, pero los ingresos familiares también lo son, lo que genera índices de pobreza aún más elevados. En ese sentido, los datos porteños podrían considerarse una referencia de mínima, ya que el poder adquisitivo medio de la población de la CABA suele estar por encima del promedio nacional.

¿Cómo se calculan estas líneas de ingreso?

La Dirección de Estadísticas de la Ciudad determina estos umbrales a través de la estimación de dos canastas:

  • Canasta Básica Alimentaria (CBA): determina el ingreso mínimo que una familia necesita para cubrir una dieta alimentaria básica con las calorías y proteínas necesarias según la edad y el género de sus integrantes. Su valor define la línea de indigencia.
  • Canasta Básica Total (CBT): incluye, además de los alimentos, otros gastos indispensables como vestimenta, transporte, educación, salud, vivienda y recreación. Su valor establece la línea de pobreza.

El cálculo se realiza sobre una familia tipo estándar (dos adultos de 35 años y dos menores de 6 y 9 años), pero se adapta también a otros formatos familiares. El informe mensual es una herramienta clave para el seguimiento de las condiciones de vida en la Ciudad y sirve como base para diseñar políticas públicas que atiendan a los sectores más vulnerables.

Desafíos para el segundo semestre

Con el inicio del último tramo del año, la situación socioeconómica continúa siendo uno de los principales desafíos para las autoridades porteñas. Aunque el Gobierno de la Ciudad ha implementado programas de asistencia social, subsidios habitacionales y bonos para sectores vulnerables, la velocidad del aumento del costo de vida supera en muchos casos a las medidas de contención.

La continuidad de este panorama exige respuestas integrales, no solo desde lo económico, sino también en materia de empleo, educación y salud, para evitar que más familias queden por debajo de los umbrales de pobreza o indigencia. En paralelo, la clase media también enfrenta tensiones crecientes, con cada vez más hogares cayendo en lo que algunos analistas llaman la “nueva vulnerabilidad urbana”: no son pobres según las estadísticas, pero tampoco logran sostener el nivel de vida al que estaban acostumbrados.

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