13 agosto, 2025

Salud digital en CABA: entre el avance real y los desafíos estructurales.

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La transformación digital del sistema de salud pública en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) avanza con anuncios promisorios, pero todavía enfrenta múltiples desafíos que ponen a prueba su funcionamiento integral. Si bien se reconocen esfuerzos sostenidos por modernizar la operatividad y el soporte tecnológico del Estado, la realidad demuestra que alcanzar una experiencia digital robusta, estable y de calidad Premium —como la que existe en países con sistemas altamente informatizados— sigue siendo una meta lejana para la Argentina.

En este contexto, el lanzamiento del plan de salud digital en la Ciudad de Buenos Aires es, sin dudas, una señal positiva, que apunta a reducir la burocracia, integrar información médica y mejorar la trazabilidad de pacientes, medicamentos y estudios. No obstante, su implementación no está exenta de luces y sombras.

Avances concretos y promesas en desarrollo

Según lo informado por el Ministerio de Salud porteño, actualmente la Historia Clínica Electrónica (HCE) ya se encuentra implementada en la totalidad de los CeSACs (Centros de Salud y Acción Comunitaria), así como en los servicios ambulatorios de todos los hospitales públicos. Esto significa que la información médica de cada paciente —desde consultas hasta diagnósticos, pasando por antecedentes y tratamientos— debería estar disponible para los profesionales autorizados en cualquier punto de la red de salud.

Además, se ha comenzado con la prescripción electrónica de medicamentos, conectando directamente a los médicos con las farmacias hospitalarias, lo que posibilita un mayor control, disminuye errores de lectura o interpretación y aporta a la trazabilidad digital del tratamiento de los pacientes.

Otro punto a destacar es la creciente digitalización de estudios por imágenes (como radiografías, tomografías y resonancias), que ahora pueden ser consultados de manera remota desde distintos establecimientos, evitando la duplicación innecesaria de pruebas. De igual modo, los laboratorios públicos están ofreciendo turnos digitales y resultados online, un avance que permite acortar plazos, ahorrar papel y facilitar el acceso al diagnóstico.

Asimismo, el sistema Fila BA, implementado en más de 20 hospitales, organiza el ingreso y la atención de los pacientes mediante una especie de “turno virtual” que busca disminuir los tiempos de espera en guardias y consultorios.

Una integración prometedora, pero con grietas estructurales

A primera vista, estos cambios acercan al sistema público de salud porteño a los estándares internacionales en materia de digitalización médica, especialmente si se los compara con modelos aplicados en países europeos o en ciertas regiones de América del Norte. Sin embargo, cuando se observa la experiencia cotidiana del usuario en Argentina, la brecha entre la promesa y la práctica todavía es significativa.

La fragmentación del sistema de salud, la infraestructura tecnológica aún desigual y las limitaciones operativas internas condicionan la calidad del servicio digital. En palabras simples: lo que sobre el papel luce como una transformación profunda, en la práctica aún tropieza con realidades difíciles de modificar.

Entre los principales inconvenientes detectados, se repiten varios patrones conocidos:

  • Intermitencia en los sistemas: Las plataformas digitales funcionan, pero no de forma permanente ni homogénea. Caídas de servidores, lentitud en la carga de datos, duplicación de turnos o errores en la actualización de historiales clínicos son frecuentes.
  • Falta de interoperabilidad total: La teoría indica que un estudio realizado en un hospital debería poder consultarse desde cualquier otro punto de la red. En la práctica, no todos los sistemas están sincronizados, y no es raro que un médico sugiera repetir un estudio “por las dudas” ante la falta de acceso a resultados previos.
  • Desconfianza cultural y brecha digital: Muchos pacientes, especialmente adultos mayores o personas con menor alfabetización digital, siguen prefiriendo llevar sus estudios e indicaciones en papel. Temen que el sistema falle o que la información no esté disponible al momento de la consulta.
  • Capacitación desigual del personal de salud: No todos los profesionales están igualmente entrenados en el uso de las plataformas digitales, lo que genera demoras y errores involuntarios, y afecta la experiencia de atención tanto para los trabajadores como para los pacientes.
  • Limitaciones presupuestarias y técnicas: La digitalización requiere una inversión constante en software, hardware, conectividad y seguridad informática. Sin un soporte técnico estable y profesionalizado, todo sistema digital puede transformarse en una fuente de frustración.

La importancia de un soporte fuerte detrás del sistema

Uno de los principales obstáculos para lograr una salud digital plena en Argentina —y no solo en CABA— es la ausencia de una infraestructura informática con la fortaleza necesaria para sostener el peso de un sistema de salud complejo, altamente demandado y en permanente evolución. Detrás de cada plataforma, de cada base de datos, debe existir un soporte técnico sólido, con redundancias, mantenimiento proactivo, seguridad ante ciberataques y canales ágiles de respuesta ante fallos.

Hasta ahora, ninguna administración estatal del país —ni nacional, ni provincial, ni municipal— ha logrado desarrollar una estructura tecnológica del nivel que esta transformación requiere. Se han registrado avances parciales, proyectos piloto y experiencias exitosas en ciertos distritos, pero aún falta una política federal coherente y sostenida que permita escalar estas innovaciones de forma segura, equitativa y eficaz.

Una ciudadanía expectante, pero realista

La sociedad argentina, en general, apoya los avances en salud digital, pero lo hace con cautela y escepticismo aprendido. Como ocurre con muchas iniciativas estatales, el anuncio suele generar entusiasmo, pero la implementación real se ve condicionada por factores externos e internos que frenan o diluyen el impacto esperado.

En este sentido, la historia clínica electrónica, los turnos online o los resultados digitales son logros concretos, pero su eficacia dependerá de la capacidad del sistema para mantenerlos funcionando con regularidad, sin interrupciones, y con acceso real para toda la ciudadanía. Porque no se trata solo de digitalizar procesos, sino de garantizar que ese proceso funcione, sea accesible, seguro y útil para todos los involucrados.

En un país atravesado por crisis económicas recurrentes, cambios políticos abruptos y presupuestos limitados, lograr una salud digital verdaderamente integrada no es una tarea sencilla, pero tampoco es imposible. El primer paso —el más difícil— es reconocer que la transformación no pasa solo por comprar tecnología, sino por diseñar una arquitectura operativa moderna, capacitar al recurso humano, fortalecer la conectividad y garantizar el mantenimiento continuo.

Un camino largo, pero necesario

En definitiva, el camino hacia una salud pública digital en Argentina está trazado, pero su concreción plena requiere decisiones de fondo, inversión constante y visión a largo plazo. Los avances en CABA marcan un rumbo y merecen ser reconocidos, pero también deben ser evaluados críticamente, auditados, mejorados y sostenidos.

El futuro de la salud digital no solo depende de las plataformas tecnológicas, sino de la confianza que los ciudadanos depositen en ellas. Y esa confianza se construye con experiencias concretas, accesibilidad garantizada y resultados comprobables.

Porque digitalizar no es solo informatizar. Es modernizar con inteligencia, planificar con realismo y ejecutar con responsabilidad.

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