15 agosto, 2025

De museo a centro cultural: la casona del Museo de la Historia del Traje inicia una nueva etapa dedicada a la música y el teatro emergente.

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La emblemática casona que albergó durante más de cinco décadas al Museo Nacional de la Historia del Traje, ubicada en la calle Chile 832 del barrio porteño de Monserrat, se transformará en un nuevo centro cultural dedicado a las artes escénicas y sonoras alternativas. Así lo anunció la Secretaría de Cultura de la Nación tras la publicación del decreto 862/2025, que dispone una reorganización funcional y operativa del museo, en el marco de un plan oficial de reestructuración del gasto público y redireccionamiento de la política cultural nacional.

La casona, un edificio de fines del siglo XIX declarado Monumento Histórico Nacional en 1990, pasará a formar parte de un nuevo espacio multidisciplinario vinculado al Teatro Nacional Cervantes, que tendrá como objetivo principal fomentar la creación independiente y el acceso a expresiones artísticas no convencionales. Según voceros oficiales, la nueva programación combinará propuestas de teatro experimental, recitales acústicos, performances escénicas híbridas y muestras vinculadas a la cultura urbana emergente.

Un nuevo eje para la cultura joven y turística

El plan se enmarca en una estrategia más amplia del gobierno nacional para revitalizar el corredor cultural sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, apuntando a atraer al público joven y al turismo cultural. Monserrat, junto a San Telmo, forma parte de los circuitos más visitados por extranjeros, y esta iniciativa busca consolidar la oferta cultural en la zona con contenidos contemporáneos y accesibles.

Según la Secretaría de Cultura, el nuevo centro permitirá mayor dinamismo en el uso del espacio, con programación rotativa y alianzas con colectivos artísticos locales e internacionales. A diferencia del modelo tradicional de museo con muestras estáticas, el proyecto propone una agenda viva, diversa y de corta duración, con un fuerte anclaje en las tendencias actuales del arte escénico, performático y musical.

El cierre del museo: entre el desconcierto y la indignación

La transformación del edificio no llega sin tensiones. El anuncio del cierre definitivo del Museo Nacional de la Historia del Traje, fundado en 1972 y considerado un referente en el ámbito del diseño y la moda histórica, generó reacciones encontradas entre especialistas, trabajadores del ámbito cultural y la comunidad académica. La noticia fue confirmada mediante el Boletín Oficial y tomó por sorpresa incluso a su propia directora, Victoria Salías, quien expresó su desconcierto: “Nos enteramos ayer por el Boletín Oficial. Veníamos trabajando intensamente, con nuevos proyectos, incluso una muestra recién inaugurada en el CCK”.

La funcionaria explicó que la institución venía en proceso de expansión, con nuevas articulaciones interinstitucionales y un sostenido crecimiento en su visibilidad pública. “No esperábamos este cierre. Sentíamos que estábamos ganando terreno en el mapa cultural nacional”, expresó con pesar. El decreto no solo ordena el cese de funcionamiento del museo en su histórica sede, sino que también implica la pérdida de autonomía como entidad independiente dentro de la órbita del Estado nacional.

¿Qué pasará con las colecciones?

Una de las mayores preocupaciones tras el anuncio es el futuro del acervo patrimonial del museo, que cuenta con más de 9.300 piezas entre trajes, accesorios, tejidos, documentos y objetos vinculados a la historia de la indumentaria en Argentina. Según informaron desde la Secretaría de Cultura, la colección permanecerá bajo resguardo en el edificio de Chile 832, pero ya no será exhibida en forma permanente allí. En cambio, se proyecta trasladar futuras exhibiciones a espacios culturales dependientes del Estado, como la Casa Nacional del Bicentenario y el Palacio Libertad.

No obstante, aún no se ha informado con precisión cuál será el plan de conservación, catalogación y exposición futura de esta valiosa colección. Mientras tanto, los 28 empleados que integraban el equipo del museo serán reubicados en otros organismos bajo la órbita de Cultura.

La comunidad cultural reacciona

El cierre del museo provocó fuertes críticas desde distintos sectores del campo cultural, especialmente entre referentes del diseño de indumentaria, historiadores del arte, artistas textiles y académicos del ámbito universitario. La influencer y activista del diseño Paula Guardia Bourdin, conocida como Revista Pola, lanzó una campaña en redes sociales para visibilizar el impacto de la medida: “El acervo patrimonial de nuestro país está en jaque. Cerrarlo es desproteger una parte esencial de nuestra historia visual y social”, señaló en un posteo que se viralizó rápidamente.

En el mismo tono, el exministro de Cultura Pablo Avelluto se manifestó a través de X (ex Twitter): “Conocí muy bien el Museo del Traje y su maravillosa colección. Cerrarlo es una decisión irracional. Es amputar una parte de nuestra identidad cultural”.

Además, diversos colectivos de diseñadores y estudiantes de carreras vinculadas a la moda comenzaron a organizarse para reclamar que el museo conserve su funcionamiento. Algunas voces incluso propusieron buscar financiamiento mixto o alianzas institucionales que permitan reactivar el espacio bajo una nueva modalidad de gestión, sin perder su enfoque patrimonial y educativo.

Argumentos oficiales: bajo nivel de visitas y problemas edilicios

Desde la Subsecretaría de Patrimonio Cultural, encabezada por Liliana Barela, se intentó relativizar el impacto de la decisión. Según la funcionaria, el museo recibía un promedio de solo 46 visitantes diarios, lo cual no justificaba —a su entender— el mantenimiento de una institución independiente en un edificio de alta demanda de inversión en infraestructura. “La casona presenta problemas de accesibilidad, conservación y servicios básicos. No estaba en condiciones de albergar una colección de esa envergadura con estándares internacionales”, detalló.

En este sentido, el gobierno nacional sostiene que la reconversión del espacio responde a un criterio de optimización de recursos, tanto humanos como presupuestarios, y se enmarca dentro de un plan general de reorganización de los espacios culturales públicos.

Patrimonio arquitectónico: límites a la intervención

A pesar de la transformación funcional, el edificio mantendrá su estructura arquitectónica intacta, debido a su condición de Monumento Histórico Nacional. Las reformas estarán circunscriptas a mejoras de accesibilidad, seguridad y adecuación técnica, sin alterar sus valores históricos ni su morfología exterior.

La casona, construida originalmente como residencia de una familia de la élite porteña del siglo XIX, fue restaurada en varias oportunidades y se convirtió en sede del museo en 1972. Su valor patrimonial no reside únicamente en su arquitectura ecléctica, sino también en haber sido uno de los pocos espacios dedicados de forma exclusiva al rescate de la moda y el diseño como expresiones de la identidad cultural argentina.

Un nuevo capítulo: ¿renovación o pérdida?

La tensión entre renovación cultural y pérdida patrimonial sigue siendo el eje del debate que generó esta medida. Para algunos, se trata de una oportunidad para abrir un espacio cultural dinámico, más conectado con las nuevas generaciones y con la necesidad de diversificar la oferta artística. Para otros, significa el desmantelamiento de una institución clave, que cumplía una función educativa y documental irremplazable.

En todo caso, lo cierto es que la casona de Chile 832 ya no será lo que fue. Su transformación marcará un nuevo rumbo en la política cultural del país, con foco en lo emergente, lo performático y lo experiencial. Queda por ver si ese nuevo rumbo podrá convivir con la preservación del pasado, o si, por el contrario, implicará un corte definitivo con una parte del legado cultural argentino.

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